Esta semana, después de las vacaciones y la última semana de Agosto, después de las Olimpiadas y después de tantos otros acontecimientos, Telefónica nos manda una carta para adelantar el síndrome postvacacional. Nos dice que nos va a cobrar 0’50€ (como fifty cents) por facilitarnos la identidad del que nos llama por teléfono.
Por lo visto, esta nueva mini-cuota va a suponerles unos ingresos nada despreciables de 48 mill. € anuales. Eso sí es dinero, y seguro que ese medio euro le va a costar de nuevo una mala publicidad. Y es que evidentemente lo primero que cabe pensar, cuando uno lee la carta es que quieren cobrarnos hasta el sello y el sobre de ésta.
Seguro que muchos dan de baja el servicio de identificación de llamadas, porque realmente tampoco es imprescindible. Yo lo considero más bien un servicio de cortesía que debería regalar la compañía, como ocurre en telefonía móvil.
Por eso creo que daré de baja el servicio. Aunque creo que no tardarán mucho bien en volverlo a ofrecer gratis, o bien ha hacer algún descuento en otro servicio. O incluso puede ser una forma de hacer menos dolorosa la subida de las tarifas telefónicas que seguro habrá pronto de nuevo.
En cualquier caso, esos centimos absurdos, por un servicio ya implícito e incluido en el funcionamiento de las líneas telefónicas, no cuela que sean para mantenimiento de los sistemas. La cuota de mantenimiento es para el mantenimiento de las líneas.
Y tanto que cobra. Ya no sé si el abuso se debe a su situación de casi monopolio que aún tiene la compañía, o a que se empieza a notar la mano de Zaplana. Todo puede ser ¿no?. Yo también daré de baja este servicio, del cual nunca se me informó su activación.
Pues no sé si el dinero que ingrese Telefónica por este concepto será para pagar a Zaplana sus honorarios. Menudo sueldazo sería. Pero no creo que Eduardo sea el encargado de modificar las tarifas.
hombre estaba en política para enriquecerse y no creo que haya ido a telefónica para otra cosa. También habría que ver quien nos puso en la situación esta de en vez de tener un monopolio público (cuya utilidad puede ser discutible) a tener un monopolio privado al que nadie controla puede hacer de su capa un sallo, y quienes fueron los beneficiados.