Termina ya la Semana Santa. Derroche de sentimiento, de poderío, fraternidad… y glamour. Muchos aprovechan para engalanarse en lo que puede ser una mera tradición de pueblo con el fin de recordar el orgullo de su hermandad, o de su virgen, de su patrón, etc. También puede ser otra referencia folklorica para turistas, con muchas muestras de arte distintas:
- música
- manualidades
- escultura
- cante
Pero toda esta escarcha, puede dejar oculta la verdadera esencia de estas fechas, la cual no tiene nada que ver con la necesidad de tener los mejores bordados, ni con el temor a que llueva, ni con ir a ver muchas procesiones a modo de coleccionables.
Por desgracia, cada vez la religión es mayor motivo de souvenir y de burla, y en el mejor de los casos de falta de respeto. Pero en Semana Santa todo el mundo pertenece a alguna hermandad y es muy devoto, hasta el punto de ir el primero donde haga falta, o no renunciar a tocar alguna imagen que lleven en volandas, la cual ha estado todo un año encerrada en una iglesia.
En Semana Santa se recuerdan los últimos días de Jesús en la tierra, su entrada en Jerusalen, la última cena, su apresamiento, tortura, pasión y resurreción. Y esos eventos, esas verdaderas estaciones, son los motivos de reflexión para los cristianos.
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque limpiáis lo de afuera del vaso o del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno.»
El Evangelio según San Mateo 23, 25.
«Y cuando oras, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en las sinagogas, y en los cantones de las calles en pie, para ser vistos de los hombres: de cierto os digo, que ya tienen su pago. Mas tú, cuando oras, éntrate en tu cámara, y cerrada tu puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto, te recompensará en público. Y orando, no seáis prolijos, como los Gentiles; que piensan que por su parlería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.»
El Evangelio según San Mateo 6, 5-8.
«No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás á ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos, sobre los terceros y sobre los cuartos, a los que me aborrecen.Y que hago misericordia en millares a los que me aman, y guardan mis mandamientos.»Éxodo 20, 3-6.