Lo confieso. Hace mucho tiempo que no asistía a un pleno municipal ordinario como público escuchante. El último fue el extraordinario de constitución de corporación, y no recuerdo el anterior. Y sinceramente, tenía un recuerdo más positivo que el que me dejó el del pasado lunes 21 de septiembre.
Por suerte o por desgracia, la política plenaria, al margen de mayor o menor pasión por parte de los portavoces en su exposición, se ha caracterizado por la vehemencia, la argumentación, la presentación clara y directa de las posturas, la presentación sin ambajes de la intención del voto y, en definitiva, la claridad al hablar, al exponer e incluso en dirigir el pleno. Todo con un mínimo rigor, educación, valentía, arrojo y saber estar. Continuar leyendo «Duelo de balbuceos»