La publicitada huelga general que nos aborda por todos los flancos, está siendo preparada desde aquella última pataleta de los sindicatos, en que éstos y empresarios no fueron capaces de llegar a un acuerdo de reforma, y ésta se impuso desde Europa vía Zapatero. Y le dijeron lo que estaba ya cantado desde hace tiempo, que dejase de gastar y tirar la economía de España por la ventana, que rebajara el déficit y que no siguiera hipotecando el futuro. Por desgracia ya lo tenemos hipotecado para bastantes años con la gestión socialista. Algunas de las medidas de subida de impuestos para incrementar el gasto, precisamente apoyadas por los sindicatos.

Así que los sindicatos mayoritarios -pues no todos están a favor de la huelga- muy a su pesar se ven en la obligación de convocar una huelga general contra un gobierno de izquierdas, para que la complicidad no llame demasiado la atención fuera de nuestras fronteras. La antesala de la huelga ha sido minuciosamente preparada, pues, al igual que la popularidad del Presidente del Gobierno ha bajado por debajo de nuestra economía, también lo ha hecho la popularidad de los sindicatos tras plantear esa huelga no contra el paro, ni la reforma laboral, ni contra el gobierno… sino contra las políticas de derechas y contra los empresarios. Recordemos al exitoso de Chikilicuatre en el teatro. Pero esa postura incoherente es ya costumbre.

Sí, es increíble pero cierto. Así que los sindicatos han estado tanto tiempo como locos buscando apoyos y convocando a personas de todos los sectores, incluso al sector de abuelos cuidadores de nietos.

No voy, yo aquí en este blog, a hablar contra los derechos de los trabajadores ni de los pormenores de la Ley de Reforma Laboral. Sí me he posicionado en otros de mis artículos y comentarios en contra de cualquier huelga general por considerarla, muy en parte, carente de objetivo productivo alguno. Pero es que los objetivos de esta huelga son claramente diferentes de los que cualquier otra huelga convocada por UGT y CCOO hayan tenido. Y visto los últimos pactos, acuerdos de servicios mínimos y guiños varios, es imposible sospechar que esta es una huelga consentida primero, y pactada después, entre gobierno y convocantes.

En primer lugar, porque Zapatero está deseoso de poner a prueba a su electorado más extremo, y al mismo tiempo, reactivar de alguna manera a quienes han perdido, como es lógico, su confianza en el gobierno. De esa forma, una vez movilizada la izquierda, sólo tendrá que ofrecerles un caramelo para tener de nuevo a los sindicatos y compañía comiendo en su mano.

En segundo lugar, Zapatero necesita de alguna forma, demostrar en Europa que él es un mandatario firme, severo, y que está cumpliendo las premisas de rebajar el déficit. Esto es necesario, ya que allí tienen a nuestro presidente por un pobre charlatán. Y que mejor forma de poder «presumir» que fardar de que en su país se ha declarado una revuelta rebelde obrera, que el posteriormente ha hecho entrar en razón.

Las dos anteriores razones, son más que suficientes como para que los sindicatos le hagan el favor y el esfuerzo de organizar esta huelga de rechazo a sus políticas, si se mira desde el exterior; mientras que en el interior, lo que están queriendo transmitir es que los empresarios son malos, que sólo los trabajadores son los que están sufriendo la crisis y están omitiendo delicadamente la responsabilidad del jefe del ejecutivo. ¿Por qué será?

En cualquier caso, y al margen de que el objetivo de esta huelga sea meramente político, y no con mayor ambición que ser una especie de sondeo, estamos viendo como también existen diferencias a la hora de negociar los servicios mínimos, pues todavía no existe una ley de huelga en España.

Esperemos que los piquetes informativos no se extralimiten en su función, y menos aún, engañen a quienes están más desinformados de todos.