El despertar de la pereza ideológica

Estamos a las puertas de las elecciones generales que abrirán las XI legislatura democrática en España, y esta campaña electoral no está pasando nada desapercibida. Hay sondeos y encuestas cada 5 minutos, apuestas y cábalas con respecto a la envestidura de un presidente para el próximo gobierno, discursos agudizados, debates… Hay un revuelto con cierta novedad o novedades, pero al menos, no está siendo la campaña de los vídeos ácidos casi incrimantorios de otras ocasiones. Cuatro candidatos sobrepasan el 20% de la intención de voto según los sondeos, y quieren venderse y vender su programa, quieren diferenciarse, quieren llamar la atención. Pero sobretodo en esta campaña quieren parecer más cercanos a su electorado.

El político de hoy

La campaña ha girado mucho en torno a cierto matiz de sensacionalismo en los programas de televisión del prime time, y las redes sociales y la opinión pública parece haber hecho una llamada de atención sobre la banalización que supone esto. Y es que el votante quiere conocer a quien vota, a quien elegir para gobernar, pero los comportamientos o reacciones sobre un plató de televisión no pasan de ser simples curiosidades o anécdotas. Y es que esta legislatura, se ha caracterizado por ser la de los casos de corrupción destapados y puestos frente a los jueces. Corrupción que no ha tenido lugar durante este cuatrienio (la que haya habido, en su caso, se sabrá más adelante), y que ha obligado a la pulcritud, transparencia y decencia política más allá de los términos legales. El político hoy se siente obligado a tener cierta ética y a ser humano. Por eso ha querido acercarse más a la gente, pero la cuestión discutible es el cómo.

La camapaña preelectoral estadounidense también está en marcha, y casi diariamente nos estamos encontrando con titulares protagonizados por Donald Trump. No sé cual es su política, pero es evidente que parte de su estrategia de movilización pasa por trazos gruesos que apelan un sentimiento de odio, esto es, por sensacionalismo. Este modelo de movilización podríamos llamarlo como el de el copar los medios. Básicamente, los titulares bruscos tienen tantísimo eco que en un momento dado, aunque fugazmente, todo el mundo está hablando de lo mismo. Evidentemente para mantener esto es necesario alimentar a la bestia cada vez con más frecuencia, con el riesgo de que al final terminará insensibilizándose a las sandeces, si es que no las rechaza.

50674852Otro modelo sería el otro candidato a ser candidato a Estados Unidos, Ben Carson. Un curriculum médico deslumbrante, sin discursos altibajos, sin titulares fuera de tono -teniendo en cuenta lo proteccionista de la política norteamericana-, sabiendo muy bien de lo que está hablando, y haciendo gala sin pretenderlo de una vida de esfuerzo y éxito. Autor de varios libros y cirujano de referencia mundial. Este es el otro modelo. Carson en este caso, tal vez por ambición, incluso está amenazando con retirarse viendo ciertas señales de que puede no ser elegido.

El modelo sensacionalista no es suficiente. Darse a conocer significa mucho más, y al margen de las diferencias de los modelos de estrategias que existan, es envidiable como en otros países los candidatos hablan mucho más de ellos mismos, de quienes son y de cómo han llegado a serlo, de cuales son sus inquietudes más profundas, e incluso de cuales son sus convicciones, sus creencias y su filosofía de vida. Esa forma de darse todavía no la tenemos aquí. He de mencionar aquí la entrevista reciente a Jorge Fernández Díaz, ministro de Interior y cabeza de lista por Barcelona, el cual no ha tenido miedo ni reparo de hablar de sus creencias y su fe, ni de afirmar en qué está de acuerdo con Podemos. Si hubiese sido una entrevista más larga, seguro que se hubiese dejado desnudar mucho más.

En caso de listas completamente abiertas, como en el caso de la elección del Senado, dándose cada candidato mucho más a conocer, conllevaría la eliminación de tanto polítiquillo de carrera en tan altos vuelos.

El votante de hoy

No obstante, el nuevo catálogo de partidos fuertes, y a pesar de los esfuerzos de los estrategas, psicólogos y asesores de imagen a cargo de los políticos, las encuestan también hablan de un altísimo porcentaje de votantes indecisos, hasta de un 40%. Los partidos nuevos, los candidatos, los colores… se han dado mucho a conocer en los medios, pero una gran parte de personas no han decidido su voto, es decir, se lo piensan, y muy probablemente lo seguirán pensando casi hasta el momento justo en que depositen su voto, en parte por lo argumentado anteriormente.

eed7afb5656c838b4b053efc2d42abb5Esto es una buena noticia, porque quiere decir que por fin, de alguna manera, el enquistamiento del pensamiento político simplemente mediante siglas está amainando. El incondicional de cualquier color recapacita. Los nuevos partidos, y no solamente eso, sino también los movimientos y las nuevas incorporaciones, así como algún travase de personal entre unos y otros, todo ello ha hecho pensar también al votante, cuestionánose y haciéndose preguntas sobre sus ideas, y sobre quien quiere que le represente, antes que pensar a qué partido «pertenece» su voto.

Esto está siendo posible precisamente por la capacidad de debatir, de hablar, de contrastar ideas y de abandonar las adhesiones incondicionales (desgraciadamente queda bastante clientelismo nada residual que tardará en desaparecer), es decir, porque las personas están permitiéndose el lujo de escuchar críticas, correcciones y mejoras, y admitir algunas como válidas según sus ideología. Es decir, el letargo de la ideología está abriéndose paso frente al partidismo. El apalancamiento del discernimiento no es bueno. Ni tampoco son buenas las intenciones con dobleces, los improperios, la ordinariez e incluso el simplismo vago o la adulación innecesaria, precisamente porque todo eso va en detrimento de la capacidad de crear debate sano.

El político de hoy, según lo descrito arriba, está posibilitando el votante de hoy. Esperemos que la mala época de la famosa criminalización por crispación haya acabado para siempre. Que verdaderamente la transparencia de posicionamientos políticos crezca y sea una prioridad a premiar por la opinión pública, que luego discierna con sensatez suficiente, lejos de estrategias cortoplacistas. Esperemos que la democracia siga madurando en este aspecto.

Si el tetrapartidismo significa apertura de pensamiento, bienvenido sea. Pero incluso en ese caso, aún mejor sería el polipartidismo, que de hecho existe, pero para que tuviese un efecto sería necesario, no ya un despertar de la pereza ideológica, sino una verdadera inquietud por las ideas. La Verdad nos hará libres.

Sobra decir, que esto es solo a grandes rasgos.

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Democracia, poder y corrupción

Que el sistema democrático tiene ventajas y desventajas, creo que es algo de sobra asumido por toda la sociedad. No obstante la democracia es el único sistema de organización política que puede de alguna forma garantizar la libertad individual y, en consecuencia, libertad ideológica y económica. De esa forma se supone que la democracia es lo más respetuoso con la vida individual

No obstante, los sabidos límites teóricos de la democracia son en la práctica bastante mayores, y así las pretendidas libertadas tampoco son alcanzadas como debiesen.

La democracia se basa en la decisión de la mayoría y el consenso, y para que el poder ejecutivo sea eficaz, ha de dar poder a unos cuantos y no es todo el pueblo soberano el que tiene en su mano el privilegio de decidir en cualquier momento cualquier asunto. Es decir, tras cualquier elección son unos pocos  los que deciden en representación del pueblo.

La distorsión comienza cuando esos pocos representantes, comienzan a ejercer poder de forma arbitraria, y consideran su representación como una delegación de poder para hacer con él lo que ellos mismos quieran, pues consideran que una vez obtenido el poder deben usarlo como quieran en pro de un «sistema de bienestar». Luego, de ahí a cualquier tipo de corrupción es muy fácil pasar.

Como he dicho antes, las libertades individuales se ven minoradas con la escusa de las libertades colectivas, o las libertades de la mayoría que decide. Igualmente, los privilegios o derechos individuales también pasan a un segundo plano cuando dominan los de la mayoría, y hoy asistimos a numerosísimos ejemplos de ello, casos en que el poder legislativo se usa para imponer y homogeneizar, o para ejercer una discriminación positiva -con la consiguiente discriminación negativa al resto- y pasando a convertirse el poder judicial en un instrumento, en lugar de una garantía de libertad, que es lo que debiera ser. Prueba de ello es que la justicia pocas veces suele funcionar de oficio contra asuntos de envergadura contra quienes son legisladores, o contra el sistema, o contra un gobierno que un determinado momento no legisla una libertad para la mayoría.

A grandes rasgos, estas son algunas de las disfunciones de la democracia, y con ella irán de la mano mientras la sociedad respire afán de poder y la democracia sea la legítima forma de conseguirlo, mantenerlo y perdurar en él.

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Otegi consigue votos en Fuente Palmera

Después de las elecciones al Parlamento Europeo, quedan pocos análisis generales que hacer que no se hayan hecho ya. Unos más partidistas y otros más imparciales, unos en un plano y otros en otro contexto, …

Donde me quiero detener es en el resultado que una formación proterrorista y separatista, y por lo tanto xenófoba,  obtiene en un municipio como Fuente Palmera. De hecho, conservó su candidatura porque a última hora sí condenaron la violencia, pero desde un principio su lista y sus apoyos han estado contaminados de personajes ligados al mundo etarra y a la recientemente ilegalizada ANV.

No sé porque lo llaman izquierda abertzale, tal vez sea sólo por que aluden contínuamente a una revolución armada, alentan a la desobediencia y, en este caso, hacen uso de una estrella roja rusa. Realmente son un partido de ultraderecha, de extremismo patriótico, paramilitar y con unos tintes duros de odio a todo.

Por eso sólo se me ocurren dos o tres razones, a través de las cuales un votante colono pueda estar convencido para votar a semejante carátula política.

La primera es la ignorancia acompañada del atractivo de logotipo. Hay personas que están tan cegadas con la estética izquierdista, que donde ven una estrella roja,  o un puño en alto o un rostro del Che se tiran de cabeza, pues deben pensar que aquello que se vale de esos signos para representarse, ha de ser bueno y acorde con ellos, pues ellos también son inconformistas antisistema.

Otra razón podría ser la rebelión contra lo monótono. Un votante así puede pensar de este partido que, aún teniendo conexiones con partidos ilegalizados y terroristas, las ideas nunca son malas per se, y que las ideas son siempre defendibles y legítimas en cualquier caso. ¿Por qué van a ser los ideales de este partido menos ideales que los de otro? (se preguntaría el sujeto). De modo que haciendo un ejercicio de rebeldía opta por votar a quienes son una minoría radical, para de esa forma dejar constancia de que, estos votantes que están en nuestro pueblo, son tan rebeldes y valientes defendiendo sus ideas como los cabecillas del partido que están en Pamplona y en el Pais Vasco.

Y por último, tal vez pueda existir una razón de «donde va Vicente, a donde va la gente». En este caso, ha de existir un cabecilla que sea el que adoctrine de una forma muy digerida, suavice al mismo tiempo los extremos y aristas de la ideología, e idealice los objetivos. Aunque, claro está, para que se dé esta última razón, han de darse también las dos anteriores.

Si a Europa le da miedo que los euro-excepticos y los partidos extremistas obtengan representación, no es ni más ni menos que éste el camino que han seguido ésos para obtener su representación.  Esto puede seguir dándose en siguientes elecciones, puede aumentar o puede decrecer. En cualquier caso es una de las distorsiones filosóficas atribuidas a nuestro sistema democrático.

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