Entrevista sobre la democracia

A continuación, transcripción de una entrevista que Sergio García me ha realizado.

Durante unos años, las manifestaciones que se han producido han tenido un cántico en común y es aquel que decía “¡Qué no nos representan!”.

  • ¿Crees que el pensamiento de la sociedad de que los políticos actuales no los representan es correcto? ¿Qué motivos piensas que tiene el ciudadano para no sentirte representado?

Respuesta:

Evidentemente si alguien no se siente representado por los políticos habrá que aceptar su palabra, y asumir que no se siente representado. No obstante mi impresión es que este tipo de manifestaciones han tenido un periodo de tiempo delimitado en que se han producido. Empezaron días antes de las últimas elecciones municipales de 2011, cuando un cambio en todo el panorama político e instituciones públicas estaba a punto de producirse, empezando por los ayuntamientos. Hasta esa fecha, del 2011, no había habido ningún cambio en la representación política, de modo que quienes decían no sentirse representado entonces, tampoco deberían haberse sentido representado unos años antes.

El “grito” de no nos representan respondía a que en aquellas fechas el gobierno estaba comprometiéndose a una serie de compromisos con Bruselas para evitar ser intervenidos como estado. Esos compromisos se tradujeron básicamente en un aumento de impuestos y disminución del gasto público, y de forma drástica, porque hay que recordar que un año antes estábamos en plena ejecución del famoso Plan E. Entiendo que el “no nos representan” estaba dirigido a Bruselas, en alusión a la composición legislativa de entonces.

Tal vez esas personas no se sintieran representadas, o más bien, no querían delegar su parte de decisión dentro del país, a las decisiones de los mandatarios. Pero en democracia los ciudadanos lo que hacen con su voto es elegir representantes y delegar en ellos, aunque haya muchas formas distintas de voto, de sistemas electorales, o de tipo de elecciones; pero la democracia es elegir y delegar. Ser demócrata, y por lo tanto votar, y no sentirse representado es un poco una contradicción. Otra cosa es que esas personas no sean votantes y ejerzan la abstención. Pero entonces habría que preguntarles que democracia quieren, o que quieren en lugar de democracia.

Junto al grito anterior, el pueblo mantiene otra opinión y es que no sienten que la democracia que ahora tiene sea una democracia real, por ello se crearon plataformas como “¡Democracia Real Ya!”.

  • ¿Crees que la democracia actual en España se refleja en el concepto universal de democracia? Es decir, ¿permite y refleja la participación y opinión ciudadana o restringe el poder del ciudadano?

Respuesta:

Dices en la pregunta “la democracia que ahora se tiene”. Yo me pregunto si ha habido otra mejor. Pienso que la democracia es sólo una, es tener poder de decisión mediante el voto. Otra cosa es la traducción de votos en representantes, o la periodicidad de ese voto, etc.

La propia plataforma que mencionas, junto con otras que decían tener una forma de trabajo y decisiones asamblearias, se dieron cuenta de que era muy difícil incluso elegir un portavoz. Recuerdo que en cada boletín de noticias, de cada cadena de televisión, había un portavoz distinto y un mensaje también sensiblemente distinto, e incluso a veces varios. Los tertulianos se hacían un lío a la hora de comentar y sintetizar las noticias y los mensajes. Si quieres decir con tu pregunta si sería necesario intentar llegar al utópico estado de democracia absoluta y pura de forma que no tuviesen que existir ni siquiera representantes que tomasen decisiones de ningún tipo, porque serían sometidas antes al criterio del pueblo, te respondería que las propias plataformas han dado la respuesta.

Mejorar la democracia y la participación del pueblo no es un fin en sí mismo. Es un medio, y como tal debe ir perfilándose y mejorándose, es decir, legislándose y regulándose. De hecho, los manifestantes que estaban pidiendo democracia, no creo que esa fuese su principal y más importante reivindicación. Querían hablar, expresarse y decir democráticamente su hartazgo con respecto a la situación personal o general.

Por lo tanto la democracia no restringe el poder del ciudadano, porque en democracia nadie –entendiéndose por nadie a ninguna persona o colectivo físico o jurídico – nadie tiene el poder absoluto. Y si lo tuviera eso sería otro sistema político camuflado por la democracia. Nuestra Constitución dice que el pueblo es el soberano, pero ese pueblo es todos los ciudadanos con nacionalidad española. Eso es una garantía de democracia.

Muchos ciudadanos hablan sobre el excesivo en el número de cargos políticos y sus correspondientes asesores.

  • ¿Hay demasiado político en España o son necesarios todos los cargos y administraciones que existen?

Respuesta:

Existe una burocratización y un intervencionismo abultado, y eso tiene sus causas por un lado, y sus consecuencias buenas y sus consecuencias malas por otro lado.

Primero quiero decir que intervencionismo, burocratización, políticos, administraciones… todo eso está interconectado, obviamente. Y a su vez eso es también directamente proporcional a los impuestos que hay que pagar por parte del pueblo (una vez más) para mantenerlo, pagar sueldos etc etc.

Básicamente el intervencionismo es necesario por la falta de solidaridad entre personas. Especialmente los españoles tenemos poca conciencia de país como sociedad colectiva, en comparación con otros países. Esto es especialmente notorio en pueblos, porque es más visible, pero ocurre en todo el territorio. Estamos siempre buscando la trampa a la ley de la forma que sea. Ejemplos de esto hay una gran multitud, desde el fraude de impuestos hasta la obtención  ilícita de subvenciones o subsidios, pasando por la sobre-explotación del medio etc. Y claro, para evitar esto, o más bien para minimizarlo, hay que intervenir, hay que regular, legislar, vigilar… La minimización de esa “corrupción ciudadana” sería una de las consecuencias positivas –o negativa según se mire, porque quiere decir que simplemente somos animales racionales-. Pero la consecuencia mala es que es la intervención es una espiral sin fin. Cuanto más se intervenga, cuantos más cargos, cuantas más administraciones más dinero hará falta para mantenerlos, y al tenerlo y crear nuevas leyes, normas y burocracia, necesitará más todavía. El límite del intervencionismo es el comunismo, en que los ciudadanos son unos meros instrumentos transformadores de inputs de producción, que no poseen nada, y que, utópicamente, tampoco necesitan nada porque todo se lo proporciona el aparato del estado. Claro, esto significa la pérdida total de libertad, no puede elegir nada, sólo puede coger lo que le dan. Hasta tal punto que el estado también dicta qué se puede leer y qué no.

De modo que a más impuestos menor libertad, algo que es lógico afirmar. Ahora bien ¿España tiene muchos impuestos? ¿Es un país de un nivel de intervencionismo elevado? ¿Es fácil que los ciudadanos lleven a cabo sus iniciativas privadas fácilmente y de una forma relativamente no muy intervenida por la burocracia? Evidentemente no, eso no hace falta mucha demostración. Basta preguntar a cualquier autónomo o empresario, o incluso a cualquier particular que haya tenido que hacerse una vivienda en autoconstrucción, o haber recurrido a la administración para declarar o pedir permiso para algo. Empresas y autónomos prácticamente tienen que dejarle al estado el 50% de su beneficio. El nivel de trámites para cualquier cosa ha crecido exponencialmente en los últimos 20 años. Eso quiere decir que el estado (administración central, administración autonómica y administración local) están siendo muy costoso.

Aquí cabría mencionar muchísimos temas de actualidad y de no tanta actualidad que evidencian una sociedad que está sometida a impuestos bajo conceptos muy variopintos que van destinados a mantener servicios públicos, que unas veces ya están pagados, o que simplemente se necesitan para paliar errores de gestión o pozos sin fondo de servicios ineficientes.

A ese respecto solo se pueden hacer dos cosas, o se aumenta la efectividad manteniendo el coste, es decir, delimitar competencias, especializar y mejorar la función pública, revisar los resultados de las administraciones, exigir plazos, etc., o directamente se disminuye el coste.

Remitiéndome de nuevo a la pregunta, creo que sobran políticos, asesores y funcionarios.

Ejemplo cercano de todo esto, los presupuestos municipales. Un ayuntamiento, o en general cualquier ente, no puede utilizar la mitad de su presupuesto en gestionar la otra mitad. Es decir, si de cada dos euros que pasan por el ayuntamiento sólo uno revierte en servicios o inversiones al pueblo, y el otro euro es el gasto en gestionar ese servicio o esa inversión, quiere decir que el ayuntamiento está “devorando” en gastos corrientes tanto como todo el pueblo entero, y eso es una desproporción inmensa. ¿Qué es lo que hay ahí en demasía? Pues no sé si son los políticos cobrando o fotocopiadoras averiadas, pero los números demuestran ineficiencia y descontrol del gasto.

Respecto al número de políticos, el pueblo opina sobre la cuantía de los sueldos de todos los sueldos de la administración. Hemos visto que en otros países como Suiza, solo cobran los ministros (150 personas en ese país) y que se considera la política como un hobby.

  • ¿Deberíamos de exportar esta idea a España o perdería interés cumplir las funciones políticas?

Respuesta:

Yo no creo que la gestión política y gubernamental de un país deba ser pagada como un hobby. Pero también creo que a los malos políticos, a los malos gestores, hay que pararles los pies cuanto antes mejor. La sociedad no debe permitir que alguien quiera vivir de la política toda su vida si esa persona ha demostrado su incapacidad para gestionar lo público. Es decir, la política, y en general las administraciones del estado no pueden tener puertas giratorias y repesca de personal que hay que recolocar.

Creo que eso es lo que más daño está haciendo, que una persona de entre 18 y 25 años decida vivir de la política sin haber hecho antes nada, y que además lo consiga y que persista a pesar de que fracase. Eso es la cultura del pelotazo que tenemos, que se aplica tanto a políticos como a funcionarios. Para esas personas la cuestión es colocarse y la colocación ha predominado.

La verdadera vocación política no responde a la magnitud del sueldo. Muchos políticos de hoy, lo son estando perdiendo dinero en comparación a otras actividades que podrían estar ejerciendo. Me imagino que la inmensa mayoría de concejales en España lo son y no por que cobren un dineral. En mi caso, desde luego, y los compañeros de mi grupo estamos perdiendo tiempo y dinero cuanto más nos dedicamos a la política.

A los buenos políticos, gestores, y funcionarios habría que premiarlos; pero a los malos habría que sancionarlos. Es decir hay que primar el mérito y la productividad con criterios objetivos, no como en nuestro ayuntamiento que paga unos complementos de productividad invariables y subjetivos.

Disminuir los sueldos de los cargos de responsabilidad podría dar pie a que aumentara más aún la corrupción. Pero sí habría que modular los sueldos, con una base fija y unos complementos variables en función de parámetros medibles y constatables que fuesen indicadores del resultado de la gestión.

Qué dirías si una partida presupuestaria dotada para la nómina de un concejal de gobierno liberado se dividiera en dos sin aumentar la cuantía de la partida. Pues quizá me dirás que si no aumenta el gasto y con la misma cantidad de dinero van a cobrar dos personas, si esas dos personas al menos ejercen su labor como una, sería estupendo, pero que suena un poco raro. Y desde luego que suena raro cuando al ejercicio siguiente esas dos personas se suben el sueldo.

Otra de las informaciones que levantan ampollas en la ciudadanía, sobre todo ahora con la reforma educativa que el ministro Wert se trae entre manos, es un titular que veíamos en medios como “The Huffington Post” que decían: “68 asesores del Presidente del Ejecutivo, Mariano Rajoy, no poseen graduado escolar.”

  • ¿Se debería de exigir unos estudios mínimos o una especialización en el cargo de asesor o de político que se va a desarrollar?

Respuesta:

Normalmente los puestos de asesores son de libre designación por el cargo público del que dependen. Y los políticos los elige el pueblo. Y el pueblo, el electorado tiene el deber de informarse y votar coherentemente.

Por otro lado tener unos estudios mínimos, o un doctorado, no es garantía suficiente para saber de la valía, o de los méritos de una persona. En este aspecto ha habido muestras de todo tipo, desde alcaldes que casi no saben firmar, delegados de hacienda que se equivocan haciendo cuentas, hasta universitarios con 10 años de estudios y que nunca ha ejercido su profesión. Y no por eso son malos o buenos políticos o asesores.

El modelo de político debe ser el ama de casa. Puede tener estudios o no, pero es fundamental que mire por su casa activa y constantemente. Se le delega el cobijo, el abrigo, la alimentación, el descanso y la salud de toda la familia, y para eso no hay doctorado suficiente.

Las dos formas de participación ciudadana, aparte de las elecciones, son el referéndum y la Iniciativa Legislativa Popular (ILP). El referéndum sólo puede ser convocado por el presidente del gobierno y si los diputados lo aprueban. Este modelo apenas ha tenido presencia en España, solo ha habido dos y han sido no vinculantes. A pesar de que en otros países tome fuerza, incluso para rechazar una ley, siendo propuesta por cualquier diputado y recayendo el peso en una votación del pueblo. Esta posibilidad aumenta el consenso entre ambos partidos para evitar tener que recurrir a este tipo de referéndum.

  • ¿Piensas que deberían de tomarse más decisiones a través del Referéndum para así contar con la opinión del pueblo?

Respuesta:

No recuerdo ahora mismo que país, tal vez sea Suiza, era el que había tomado la costumbre desde hace unos años de abusar de los referéndums, pero sí recuerdo el resultado. Los votantes se cansan. La participación electoral no era especialmente alta y sin embargo los gastos de los partidos y los costes de organización son proporcionalmente más altos. La opinión general de la gente es que las consultas denotaban inseguridad de los gobernantes, ante una ciudadanía cada vez más crítica. Los políticos habían perdido toda capacidad de liderazgo.

El sentido primordial del referéndum es el constitucional, que además es el único 100% vinculante. Si las legislaturas fuesen más largas o los trámites legislativos fuesen más cortos, si tendrían razón de ser más referéndums. Pero es que las leyes de suficiente importancia tardan meses y meses en entrar en vigor, si no años. Otras son muy urgentes. De hecho además la potestad última cae sobre la figura del Presidente y el Rey porque tres personas ya no se pondrían de acuerdo en determinar qué se debe consultar o qué no.

Además en el siglo XXI la opinión de la gente es muy fácil de conocer y de transmitir sin especial necesidad de alzar la voz. A mí me gustan mucho las plataformas populares de recogida de firmas online. Creo que habría que darle más entidad a esas iniciativas, y capacidad para certificar la identidad de los firmantes. Pero es que también están los sondeos y las encuestas de opinión, además de la recogida de firmas tradicional.

De modo que creo que los referéndums están siendo bien utilizados. Que hubiese más referéndums seria síntoma de malos momentos, porque querría decir que estaríamos en un periodo preconstitutivo que podría ser convulso.

La ILP es otra forma con la que conseguir sacar una ley propuesta por el ciudadano, pero en realidad, no presenta esa facilidad. En España se solicitan 500.000 firmas para ser aceptada en el Congreso, donde después se decide si se tramita y si se aprueba, pudiendo ser modificada. Sin embargo en Italia, las ILP solo necesitan 50.000 firmas. A lo largo de la democracia, se han presentado 72 ILP y solo 1 ha conseguido modificar algo, pese a que en la siguiente legislatura se volvió a dejar como estaba.

  • ¿Piensas que tal y como hemos investigado, este proceso requiere demasiado esfuerzo y tiene muchas trabas? ¿Se le debería de facilitar el proceso al ciudadano? ¿Cómo debería de hacérselo?

Respuesta:

Al igual que con el referéndum, la ILP es algo excepcional, fuera de lo ordinario. Al igual que los referéndums consultivos pueden ser subversivos, es decir, que pueden ser aprovechados por minorías que para nada representan el interés general de la sociedad, y eso es algo que hay que evitar. Una sociedad, un gobierno o el abanico de leyes que nos rigen no pueden estar condicionados a merced de la voluntad de un conjunto de pequeñas minorías que movilizándose y haciendo un discurso, en ocasiones, muy discutible, consiguen fines particulares. Ese tipo de estrategias, que son políticas aunque sean de iniciativa popular, están muy bien definidas, y siempre intentan implantar en la opinión pública una semilla de una idea unilateral en la que no suelen además admitir sugerencia o modificaciones, o si las admiten es muy a regañadientes. Y esa aptitud no es nada democrática.

Bien, digo lo anterior en referencia a lo que no deben ser las ILP, y porque tu pregunta va encaminada en el sentido de si deben ser necesarias menos firmas para inicial una ILP. Aritméticamente la respuesta debería ser sí, porque si en España hay unos 47 millones de habitantes y el congreso tiene 350 diputados, un diputado corresponde más o menos a 134.000 personas, por esta cuenta de la vieja; y un diputado es lo que se necesita para iniciar un trámite legislativo, una proposición de ley. Pero claro, normalmente un diputado sólo no puede conseguir nada, por eso existen los grupos parlamentarios, que normalmente tienen en común la afiliación política (aunque existen grupos de coalición, el grupo mixto etc). Las 500.000 firmas que mencionas que son necesarias no equivaldrían ni siquiera a 5 diputados del congreso.

Con todo y con eso, no estoy queriendo decir que 500.000 firmas sean muchas o pocas, es una cuestión relativa. Pero sí digo lo siguiente. Como decía en una respuesta anterior, a los políticos, o más bien a los gestores, los que tienen responsabilidad de gobierno o función pública se les debe exigir un más que buen comportamiento y eficiencia de su trabajo. Principalmente la ILP puede ser también utilizada por grupos políticos para llevar iniciativas ocultando responsabilidades que no querrían defender. Pero es que una ILP supone que un político o un gestor (comprobarás que me gusta más esa palabra) ha dejado de hacer sus funciones bien, o no ha tenido la vista suficiente para ver cierta carencia, o bien ha hecho la vista gorda, más aún teniendo en cuenta que cuando un grupo de ciudadanos inician una ILP es porque ya están muy cansados de llamar a diferentes puertas, y los ciudadanos se deciden a hacer el trabajo de los políticos.

De modo que creo que, mejor que facilitar las ILP, habría que mejorar los canales de comunicación entre ciudadanos y poder legislativo. Que los políticos desempeñen su trabajo, que además para eso se eligen por circunscripciones. Que haya medios -democráticos por supuesto- para puntuarlos, para exigirles, para premiarlos o para sancionarlos. No perder nunca de vista que ellos son nuestros representantes, todos, los 350. Trabajan para todos nosotros, y no al revés, ni para unas minorías. Pensar que es normal que los políticos se preocupen sólo de sus votantes es caer en una desidia conformista e inaceptable que lleva a la polarización de la sociedad. Y normalmente eso ocurre por un abuso, por parte de los políticos, del discurso electoralista, populista y demagogo. Tanto es así, que en ocasiones numerosas, algunos políticos que se sientan en el Congreso son los que inician las ILP, algo que es un poco absurdo.

Se habla mucho del concepto de listas abiertas; aquellas que, a diferencia de las que tenemos en España, te permiten elegir a un político en cuestión y no a una lista cerrada que proporciona y escoge el partido. Es cierto que este modelo está establecido para el Senado, una cámara que actualmente se está poniendo en duda su necesidad.

  • ¿Supondría una mejora de la participación ciudadana? ¿Sería complicado llevarlas a cabo en España por las dimensiones del país? ¿Qué ventajas e inconvenientes crees que tiene?

Respuesta:

No sé si con listas abiertas mejoraría el porcentaje de participación. No tengo duda que mejoraría enormemente la representatividad, la identificación y la sinergia entre ciudadanía y políticos.

Con el actual sistema de circunscripciones no es difícil llevarlo a cabo. Pero puestos a mejorar el sistema electoral, para empezar habría que mejorar el propio sistema de votación. Yo propondría las urnas electrónicas, y que funcionasen con el DNI. Cuántos y cuántos problemas se ahorrarían con esto, además del ahorro en papel, por supuesto. En segundo lugar, si no se eliminase el Senado, sí reducirlo de forma drástica. No puede ser que el sistema de elección sea por circunscripciones y el Senado sea una cámara de representación geográfica, donde además tienen escaño reservado los parlamentarios autonómicos. Esto clama por ser de una duplicidad enorme; triplicidad o cuatriplicidad, si es que es existen esas palabras, porque además existe un Consejo de Estado, más reducido, pero que en muchas ocasiones se comporta como un Senado relajado.  Propondría un límite alto de votos para obtener representación parlamentaria, al estilo de Alemania. No olvidemos que un sistema electoral debe facilitar la gobernabilidad, sobretodo en elecciones del tipo legislativas, y por eso todos facilitan la formación de mayorías parlamentarias, por eso hay que mantener la Ley d’Hondt o similar. Pero también dejaría abierta la puerta, no sólo a listas abiertas, sino a la presentación de candidaturas personales, es decir, restringir y disminuir la dependencia de los candidatos con respecto a los partidos políticos. De esa forma, los partidos tampoco tendrían la opción de puertas giratorias a personas que quisieran mantener en cargos políticos. Los votantes podrían castigar a un candidato en particular. Pero claro, el problema está en un candidato que obtuviera una cantidad de votos muy superior a la de otros candidatos. Si queremos que el voto en el congreso sea único, habría que darle a esos políticos premiados con más votos más representatividad, o permitirles llevar a un equipo pequeño de personas. Serían necesarias unas pequeñas listas que acompañaran a cada candidato, o bien, el votante tendría que marcar los 350 candidatos que prefiriera en la urna.

En cuanto al polémico –para algunos partidos políticos- tema de las circunscripciones, con las listas abiertas casi no tendrían sentido. Es decir, debería existir la circunscripción única o abierta. Lo cual daría cierto sentido a mantener el Senado como cámara de representación geográfica, pero claro, dejando atrás a los que ya son representantes en los parlamentos autonómicos. El único riesgo de la circunscripción única es que todos los candidatos fuesen de la misma comunidad autónoma, de la misma procedencia. Lo normal es que fuesen de donde hay más actividad política (Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla…). Por eso el Senado tendría sentido aún.

Por otro lado, al restringir el papel de los partidos políticos, habría que reducir su financiación pública, pero habría que permitir su financiación privada, tanto a partidos como a candidatos en general. Las campañas electorales serían cada vez más personales y menos partidistas. Todo esto lleva a la tendencia del sistema electoral norteamericano, de tal modo que también al cabo de algunas legislaturas se podrían convocar elecciones separadas, presidenciales y legislativas. Incluso se podría renovar el congreso por partes y en periodos menores que el mandato presidencial.

En fin, se pueden modificar muchas cosas. Lo único complicado, una vez más, es que los políticos se pongan de acuerdo en todo esto. Algunas cosas tendrían un gran consenso, otras sólo tendrían el consenso de PP y PSOE, otras solo de los partidos nacionales… y esto ocurriría sobretodo porque muchos partidos pequeños, y otros no tan pequeños, no persiguen el interés general. Hay mucho interés poco noble camuflado.

Otras reformas muy necesarias y que propondría que entraran en vigor mañana mismo serían, en primer lugar, la de enjuiciamiento de políticos. Es lamentable que un político, representante, gestor y supuestamente responsable de la administración, huya al Senado –porque tiene esa opción- para gozar de protección ante los juzgados ordinarios, con el apoyo de todo su partido y de otro que en este momento le conviene. Los políticos deben facilitar la justicia, no usar subterfugios legales, porque es la única forma de llegar a la igualdad de oportunidades, igualdad de derechos, igualdad de obligaciones. Por eso deberían ser los políticos los más rápidos en dejarse investigar y juzgar, deben ser ejemplo, porque de hecho son una representación de la sociedad.

Y en segundo lugar, y no sólo para cámaras legislativas, modificar la ley para que el gobernante sea el más votado en caso de que no obtenga mayoría absoluta. Los pactos entre partidos que obtienen menor representación son juegos de malabares con los votos que desalientan a los votantes. Si dos partidos quieren gobernar juntos, deberían presentarse juntos y llevar un sólo proyecto de legislatura o mandato.

Vivimos en un país en el que las promesas electorales apenas se cumplen, y si no se cumplen la gente no protesta.

  • ¿Somos demasiado conformistas en ese sentido?

Respuesta:

Bueno, lo de las promesas incumplidas es un poco un engañabobos con una doble vertiente. Si la promesa electoral es un mensaje, tanto emisor como receptor de ese mensaje saben de lo que están hablando, es decir, son futuribles. Si un votante se deja engañar, o mejor dicho, seducir, por las promesas de un determinado partido estaría pecando de benévolo, si es que no conoce dicho partido. Por eso es necesario votar coherentemente y con información. Es decir, el votante electoralmente maduro, y conocedor de algunos partidos del abanico, sabe qué es lo que puede esperar de cada partido, tanto si están en oposición como en gobierno.

Por otro lado, en el tiempo en que hasta ahora he sido concejal de Fuente Palmera, siempre en oposición, cuando he reclamado alguna promesa electoral, formulada por parte de algunos de los dos grupos de gobierno distintos que han gobernado en nuestro pueblo, se me ha respondido lo mismo: las promesas electorales no son vinculantes, su vida acaba el día de reflexión. Y además se me ha respondido esto en un tono característico y burlesco, como queriendo decir que las promesas electorales forman parte de la estratagema electoral solamente y tonto del que no sepa esto.

Digo todo esto porque de un tiempo a esta parte, el tema de las promesas incumplidas parece ser un atributo del PP, y nada más lejos de la realidad. Además, corroboro que cuando uno conoce el panorama político los partidos se comportan como se espera de ellos, para bien y para mal. Pero no se puede ser hipócrita. Las promesas incumplidas son lo mismo en cualquier partido, y que un político, que además ha sido gobernante critique o promueva eso denota falta de seriedad.

En cualquier caso, yo no vinculo la protesta al incumplimiento, aunque esa relación sea lícita. La protesta más bien depende del cumplimiento de unos mínimos y de asegurar unas expectativas. Bajo este criterio no se puede calificar de conformista o no al electorado. Más bien creo que pasamos de un extremo activista a otro pasivo absoluto muy fácilmente y sin términos intermedios. Tan pronto hay protestas multitudinarias como que al tiempo no se abre la boca por nada. Eso también es significativo y creo que sería tema de un debate sociológico interesante.

Hemos visto que en otros países, el gobierno pasa a referéndum al menos en 4 o 5 ocasiones durante un año para evaluar su gestión.

  • ¿Debería de hacerse algo parecido en España, para así el ciudadano confiar más en los políticos y que los políticos se ciñeran solo a su programa y no hiciese nada fuera de él?

Respuesta:

Con las preguntas y respuestas anteriores comprenderás que esta pregunta la dé por poco acertada. Más aún cuando los referéndums no revierten en confianza. Además, en ese país, si es que es Suiza, los referéndums están teniendo un efecto analgésico, y el hecho de que hayan acudido a ellos puede estar relacionado con la territorialización por cantones, históricamente independientes. Los referéndums restan razón de ser a la función y vocación política, ponen en duda el valor de los representantes políticos.

La totalidad de la población no está ni formada ni informada para tomar decisiones legislativas, por eso elegimos y delegamos.

De hecho además tu pregunta es contradictoria en cierta manera. Algo que se consulta en referéndum no puede estar plasmado en un programa electoral, a no ser que el programa electoral dijera que «todo lo que no queremos tener responsabilidad de decidir lo consultaremos por referéndum», y qué programa sería ese.

El programa electoral de ningún partido no es un contrato. Ninguno lo cumple, y por eso dicen siempre que se presentan a reelección, para terminarlo. Es más bien una declaración de intenciones. Aquí es importante también tener en cuenta los mecanismos de traspaso de poderes, la transparencia, información etc. porque ningún partido podrá hacer un programa electoral correcto si no cuenta con datos fiables. Y lo que ocurre normalmente tras el traspaso, en cualquier administración son las sorpresas. Esa es otra característica en nuestros gobiernos, a todos lo niveles, la deslealtad en el traspaso de poderes. Difícilmente habrá, no ya una alternancia política correcta y necesaria, sino una continuidad en el funcionamiento del estado y de la función pública en pro de los ciudadanos.

Para que los ciudadanos confiaran más en los políticos, bastaría con las listas abiertas, con más rotación de políticos, con menos enrocamiento en puestos políticos, con no permitir que algunas personas persigan su perpetuidad viviendo del cuento que son capaces de relatar; con limitar las capacidades de los partidos y los intereses partidistas y particulares, el electoralismo, el populismo…

Volviendo a lo de la participación, vemos resultados como los de las últimas en las elecciones en los que casi un 30% de la población no ejerció su derecho a voto.

  • ¿A qué se debe esta pérdida de interés del ciudadano en votar? ¿Se sienten utilizados, ya que solo despiertan interés en campaña y tras salir elegidos pierden la importancia?

Respuesta:

Pienso que no es un sentimiento de sentirse utilizado. Más bien es lo que comentaba antes. Un sentimiento de estar defraudado, de ver expectativas incumplidas, o de ver que los intereses políticos partidistas están por encima de los intereses generales, o de ver como ciertas personas se posicionan en el poder, en el asiento, y nada más les preocupa.

El desencanto de las personas en las elecciones es el sentimiento de desesperanza que tienen por no atribuirle a su voto importancia. Asumen que la elección está ya decidida, y que el resultado cambiará poco su realidad más cercana. Es apatía y desilusión.

Es también ver como los políticos que se equivocan no asumen sus responsabilidades y culpabilidades, contemplar como en política todo está permitido, todos los debates son lícitos, todas las licencias personales están permitidas, y sin embargo la persona de a pie es sancionada por retrasarse en el pago de cualquier obligación con una rigidez insensible y agraviante.

En otros países donde la participación es más activa, Suiza es el gran ejemplo, la confianza es el doble que en el resto de países de la UE, ya que todos se sienten políticos y si se equivocan se tragan su propio error.

  • ¿Se podría acercar el pueblo español a este sentimiento o somos muy dejados en todo lo relacionado a política?

Respuesta:

Como he mencionado ya, creo que en Suiza, sí, la participación es más activa, pero está también resentida. Y no es que la sociedad confíe en los políticos, es que la función de los políticos está menos arraigada que aquí, no hay tanta persistencia en el mundo político, hay cierta delegación devuelta en forma de referéndum. Además es un país mucho más pequeño que España, y seguramente su organización territorial es mucho mejor que la nuestra. En conclusión, el modelo político suizo no es equiparable ni trasladable a España por las diferencias tanto geográficas y territoriales, como históricas y sociales. Es más, Suiza es un país interior, de centro-europa; y nosotros somos un país del sur de Europa, mediterráneo.

Me parece interesante eso que dices de que se tragan su propio error. Creo que en nuestro caso sí necesitamos siempre alguien a quien poderle atribuir el error, necesitamos un responsable, que si lo hace mal podamos echarle la culpa. Eso es más propio de nuestra cultura, porque como decía antes, tenemos un problema de insolidaridad, de falta de conciencia de sociedad.

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