Moneda de cambio

secuestradoLas noticias de hoy no paran de repetir la hazaña diplomática de Bill Clinton al haber conseguido liberar a dos compatriotas suyas, de las cárceles norcoreanas. Las condenadas a 12 años de trabajos forzados, fueron detenidas por cruzar la frontera ilegalmente.

Indudablemente, la misión de Bill Clinton es todo un orgullo para los norteamericanos, y supongo que será un placer para él, prestarse a ese menester. Pero lo que quiero tratar aquí es otra cosa distinta.

Al escuchar toda la historia, e indagar acerca de todos los tira y afloja que ha tenido Corea del Norte, no he podido evitar el pensar lo peliagudo que son todos estos asuntos, en que países de dudosa modernidad legislativa y ejecutiva han de ser tratados y cuidados de no provocar con una delicadeza más propia de la epoca de guerra fría. En realidad creo que ciertos países todavía persiguen poder nuclear por la coacción que puedan ejercer.

Esas dos periodistas han sido una línea más del expediente que relata las relaciones de Estados Unidos y Corea del Norte, y poca duda me cabe de que la pronta liberación no haya sido más que el fruto de una negociación. Negociación que empezaría cuando Bill Clinton hubiese aterrizado y dijera «Estamos dispuestos a …» o podría haber dicho «¿Qué podemos hacer por vds. si os pidieramos que…?»

Esas dos chicas fueron encarceladas a modo de moneda encontrada, y fueron utilizadas como moneda de cambio.

Alguno que otro de los que lleguen a leer este artículo puede pensar que es imposible que esto pueda darse hoy en día. Aunque lo cierto es que se trata de una práctica de habitual crónica en las noticias. Todos los presos políticos son moneda de cambio, los secuestros express -cuya fama se ha extendido en Europa del Este y América Latina- buscan monedas de cambio, los piratas de Somalia que no responden ante ningún gobierno sólo buscan una moneda de cambio, las guerrillas de Colombia o los encarcelamientos cubanos, y cualquier atentado terrorista.

La única diferencia es que cuando un gobierno quiere hacer uso de estas monedas para tratar algún canje, éste suele estar amparado por sus propias leyes.

Pueden ser tantos los ejemplos en que las personas se usan como moneda de cambio por poder o por dinero, que sólo cabe esperar que nunca nos toque a nosotros, porque seguro que seguirá ocurriendo.

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